"Yo quiero pasión. Quiero amor. Que me quieran. Que me lancen contra una pared y me besen hasta que yo pida tregua, pero que después me acaricien el pelo con amor. Sexo sin amor o cariño nunca lo quise ni lo quiero. No estoy tan desesperada como para pedir caridad, queridos"
...
"En el fondo me conocéis muy poco, en esto más bien nada. ¿Qué sabréis vosotros de la pasión? Yo sí. Y como lo sé, reservo las fuerzas para cuando encuentre a alguien que merezca la pena. Si pensáis que mi máxima aspiración es el lanzar cuatro estúpidos gritos durante media hora es que no sabéis nada de mí ni del sexo. Lo de la pared es el comienzo: la pasión requiere sangre, sudor y hasta lágrimas. Gritos, jadeos que te salen del alma escondida en un lugar tan profundo que al llegar a la boca suenan a lamentos. Es una batalla permanente. Es pasear la punta de la lengua por otro cuerpo con una fuerza y una suavidad que provoca el suspiro; es desear que te den la boca y te la quiten y suplicar que te la vuelvan a dar; es querer que te aten las manos y otras manos te acaricien con lentitud hasta que grites pidiendo que te calmen con un beso y otro más y otro más profundo; es mirar los ojos de quien provoca esos sentimientos y notar una descarga que recorre tu espalda y llega a la boca desde la nuca, y te llena la boca de saliva y los labios se hacen grandes y lo único que calma todo eso es la mano, la boca, el otro cuerpo. Es ver un caramelo y desear ponerlo entre los labios y comerlo boca a boca, y querer meterlo en cada oquedad del cuerpo junto con tu lengua y sentir que tu alma está más cerca del cielo que nunca. Eso es la pasión. Pero sin el deseo de quedarse dormido junto a quien te hace sentir todo eso, de dormir cada noche, de despertar cada día con esa mano enganchada en tu cintura y de que esa boca te bese de mañana, sin eso, sin ese deseo que es el auténtico, el de verdad, no hay pasión, sólo carne contra carne y ansia fácil, sólo respuestas a estímulos mecánicos perfectamente orquestados por el cuerpo. Eso es lo que creo y algún día encontraré a quien piense lo mismo."*
Sencillamente genial. Imposible para mí no emocionarme tras degustar cada una de las exquisitas frases, saborear cada uno de los sentimientos que transmite de forma única.
La pasión irrumpe como un vendaval arrasando todo aquello que encuentra a su paso, no atiende a razones, explicaciones o la lógica.
La pasión, devastadora y violenta domina los seres humanos, los posee, los alienta y los dota de poder y decisión, los eleva y entrega en bandeja cada una de aquellas cosas que les niega la razón.
La pasión, como una llama puede arder llevandose los más sólidos argumentos; puede consumirse de forma latente esperando el tronco que le de vida, la ilusión que la inunde; puede extinguirse hasta convertirse en cenizas candentes que nunca del todo quedan apagadas.
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"En el fondo me conocéis muy poco, en esto más bien nada. ¿Qué sabréis vosotros de la pasión? Yo sí. Y como lo sé, reservo las fuerzas para cuando encuentre a alguien que merezca la pena. Si pensáis que mi máxima aspiración es el lanzar cuatro estúpidos gritos durante media hora es que no sabéis nada de mí ni del sexo. Lo de la pared es el comienzo: la pasión requiere sangre, sudor y hasta lágrimas. Gritos, jadeos que te salen del alma escondida en un lugar tan profundo que al llegar a la boca suenan a lamentos. Es una batalla permanente. Es pasear la punta de la lengua por otro cuerpo con una fuerza y una suavidad que provoca el suspiro; es desear que te den la boca y te la quiten y suplicar que te la vuelvan a dar; es querer que te aten las manos y otras manos te acaricien con lentitud hasta que grites pidiendo que te calmen con un beso y otro más y otro más profundo; es mirar los ojos de quien provoca esos sentimientos y notar una descarga que recorre tu espalda y llega a la boca desde la nuca, y te llena la boca de saliva y los labios se hacen grandes y lo único que calma todo eso es la mano, la boca, el otro cuerpo. Es ver un caramelo y desear ponerlo entre los labios y comerlo boca a boca, y querer meterlo en cada oquedad del cuerpo junto con tu lengua y sentir que tu alma está más cerca del cielo que nunca. Eso es la pasión. Pero sin el deseo de quedarse dormido junto a quien te hace sentir todo eso, de dormir cada noche, de despertar cada día con esa mano enganchada en tu cintura y de que esa boca te bese de mañana, sin eso, sin ese deseo que es el auténtico, el de verdad, no hay pasión, sólo carne contra carne y ansia fácil, sólo respuestas a estímulos mecánicos perfectamente orquestados por el cuerpo. Eso es lo que creo y algún día encontraré a quien piense lo mismo."*
Sencillamente genial. Imposible para mí no emocionarme tras degustar cada una de las exquisitas frases, saborear cada uno de los sentimientos que transmite de forma única.
La pasión irrumpe como un vendaval arrasando todo aquello que encuentra a su paso, no atiende a razones, explicaciones o la lógica.
La pasión, devastadora y violenta domina los seres humanos, los posee, los alienta y los dota de poder y decisión, los eleva y entrega en bandeja cada una de aquellas cosas que les niega la razón.
La pasión, como una llama puede arder llevandose los más sólidos argumentos; puede consumirse de forma latente esperando el tronco que le de vida, la ilusión que la inunde; puede extinguirse hasta convertirse en cenizas candentes que nunca del todo quedan apagadas.
* Extraído de la pág.83 de "Nunca miras mis manos" de Susana Pérez-Alonso
P.D.: Recomiendo el libro. Si os ha interesado aquí os dejo una entrevista a la autora en la que responde a preguntas abiertas del público en general.
P.D.: Recomiendo el libro. Si os ha interesado aquí os dejo una entrevista a la autora en la que responde a preguntas abiertas del público en general.
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