jueves, 19 de julio de 2007

You always want what you haven't got

Es curioso como a veces le damos vueltas a cosas que la mayoría de personas pasaría por alto. Imágenes, frases o comportamientos que de alguna manera buscan un pequeño sitio en nuestra cabeza esperando aletargados, con paciencia a que le dediquemos algo de tiempo.
Suelen despertarse en momentos inesperados, por algún motivo, alguno de los millones de interacciones que ocurren cada segundo en nuestro cerebro encuentra algún tipo de relación con alguno de estos "pacientes" y las dispara (trigger), accede a la posición de memoria en dónde las conservamos y las traslada en primer plano.

Por ejemplo, la frase que da título al artículo. La vi hace un par de veranos. Una turista del norte de Europa llevaba una camiseta con esta frase en colores intensos sobre fondo negro.
Mientras me encontraba en el trabajo, esta frase apareció en mi cabeza sin saber el motivo. Intenté relacionarla con algo que había hecho o dicho, pensado o soñado en las últimas horas, días, pero nada. Así que decidí dejar de buscar la razón que la había hecho aparecer y empecé a pensar en que me sugería, en su significado.

En occidente, desear aquello que no se tiene, conseguir lo que no se posee se convierte en una lucha: interminable y constante por convertir sueños en realidades, por satisfacer una mezcla entre deseos, necesidades y caprichos separados por una frontera que no está del todo bien definida.

Nuestros deseos están protegidos por un ego que tiende a crecer en función de la consecución de estos éxitos, alimentado por una infraestructura de clichés de aquello que aceptamos como un cuerpo deseable, una familia feliz, una casa bonita. Nos hace valorar las cosas en términos de éxito/fracaso mientras continúan naciendo nuevos deseos.

Olvidamos muchas veces lo valioso que es aquello que ya poseemos, aquello que ya hemos conseguido y todo aquello que ya somos y que no valoramos tal como debiéramos. Disfrutar de este tipo de cosas, compartirlas, recordarlas a quienes las hayan olvidado ayudan a dar sentido a nuestra vida y trasladan a un segundo plano los juicios que (queramos o no) nosotros y los demás hacemos.

En oriente, existe la creencia de que el deseo es el motivo de nuestro sufrimiento y dolor, y venciéndolos era la forma más fácil de tener serenidad, paz y felicidad. Cuando el hombre lograba dominar sus pasiones alcanzaba el Nirvana.

Jamás seremos capaces de satisfacer todos nuestros deseos. Pero, ¿debemos renunciar a ellos?

En cierta forma, parece que se enfrenta el dualismo Felicidad/Éxito como una realidad complementaria, pero la vida nos enseña que no siempre es así.

Por último dejaros, con una cita para pensar:
" El éxito consiste en alcanzar lo que se desea, la felicidad en desear lo que se alcanza."*

www.mundocitas.com/buscador/Felicidad

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