Mucho se ha escrito sobre el imperio de los deseos.
Hay deseos de toda índole: de poder, de gloria, de tener y acumular, de amar y ser amado, de ser reconocido o respetado...y cuando los deseos se han esfumado y en lo más hondo sentimos ese vacío sin fondo que significa no desear nada de nada nos invade la urgencia de desear para seguir viviendo.
Los orientales hablan de la necesidad de no desear para alcanzar el bienestar. Los occidentales, de la necesidad de desear para alcanzar la felicidad. ¿En qué quedamos?¿Deseamos o no deseamos?
Hay un deseo que pocas veces nos detenemos a analizar: el de entendernos a nosotros mismos. Ese no se compra en ninguna parte; no depende de nadie más que de nosotros. No se trata de desear o no desear: se trata de girar la mirada hacia adentro y descubrir en lo más profundo de nuestro ser que mucho de lo que anhelamos está allí.
Ángela Becerra
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