martes, 4 de septiembre de 2007

Un sitio para cada cosa

He comprobado que cada vez que he tenido que organizar todo aquello que tengo, ya sea por una mudanza o por capricho siempre encuentro cosas que me hacen pensar. Me entretengo tratando de ordenar algo que supera a mi carácter metódico.

Objetos, fotografías, entradas o cartas que me empeño en conservar y que aún poseen el aroma de los recuerdos, emanando sútiles partículas que evocan lo inmaterial, efluvios que despiertan los sentidos y los alteran, me elevan, me dominan ... pero también me debilitan.

Hace unas semanas mi compañero de piso se marchó y yo he pasado a ocupar su habitación. Pese a que he tenido tiempo más que suficiente para organizar mis pertenencias, no he sabido, no he querido o no he podido enfrentarme a los secretos que impregnan a mis cosas.

Tal vez sea demasiado sensible, pero al abrir la caja de pandora, al destapar la esencia de los deseos me invade una mezcla de alegría y nostalgia que de alguna forma que no logro controlar, que siempre es capaz de encontrar y despertar en mi cabeza aquella sensación, aquél momento que inevitablemente me traslada a un estado que desearía poder alcanzar a mi libre elección (tanto el momento como las sensaciones).

Es una dulce contradicción, intento organizar todo para tener presente todo lo que me importa, tener cerca los recuerdos pero a la vez compruebo la dificultad que entraña enfrentarlos.

Las personas somos (a veces) animales complicados de satisfacer.

1 comentario:

Sara dijo...

A mi em passa quelcom similar... També m'entesto en guardar-ho tot, en no llençar res perquè tot em porta records entranyables. Però, per altra banda, sí m'agrada enfrontar-me a ells tot i que em suposi un dia de frustració i llàgrimes. Tinc tendència a mirar el passat amb nostàlgia i creure-me'l millor que el present. Totalment idiota si em paro a pensar, per què gaudir de les coses un cop ja han passat i no quan estan passant? Uix, ho sento, crec que me n'he anat del tema... ;-)