Todo lo bueno se acaba.
No siempre el final de algo bueno y la sensación de que algo bueno ha acabado se producen al mismo tiempo. Existe un decalaje entre aquello que vivimos y lo que dura las sensaciones y sentimientos vividos.
Inevitablemente lo bueno acaba. Todo se reduce a momentos, ratitos como mucho.
Es algo que no podemos controlar.
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